La Socialdemocracia Globalista
"La vida no va a ninguna parte, pero sigo vivo." Julio Cortázar
Un gran análisis. Vídeo que se hace necesario que se propague. Algunas consideraciones aledañas. La socialdemocracia se cree que es el culmen de la cultura occidental, y por tal punto último y 'óptimo' Fukuyama perfiló su libro "el fin de la historia" (1992). Como contraparte del politólogo estadounidense Samuel P. Huntington publicó en 1996 "Choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial". Anteriormente habría que tener en cuenta el libro "Orientalismo" escrito por el crítico literario y cultural estadounidense Edward Said en 1978. El cual nos hace meditar que el 'reduccionismo' a 'lo occidental' como culmen, es errado, pues las culturas orientales no encajan en la visión occidental. Hoy las tres visiones que chocan de frente con la cultura occidental son principalmente la china, la rusa y la musulmana. Dándose la polaridad mundial que ahora todos sentimos.
Otras perspectivas. El socialismo es ateo y por ello el iniciador de la muerte de Dios o los grandes relatos. Pero ¡es que nunca han entendido la verdadera naturaleza humana!, el humano no puede ser no-relato porque la propia estructura del lenguaje común es narrativa. Imbricado en que la propia acción siempre es narrativa (inicio, desarrollo, fin... tengo hambre, me levanto y voy a la nevera, como). “Las personas pueden vivir sin noticias, pero no sin relatos”, David Caldevilla. Los documentales tratan de ser narrativos, poner protagonistas y héroes, aunque sea un suricato concreto, porque la mente está ávida de relato, mientras que casi 'odiamos' lo que carece de tal estructura..., como lo son las charlas informativas y sobre todo desde las ciencias puras. Por tal 'suerte' de la realidad, el socialismo no puede dejar de caer en sus parecidos a una nueva religión. Recordemos que nació paralelo a la sociología y que Comte se vio tentado a crear una "religión de la humanidad" a partir de esta. Por otro lado, en los relatos se crean los arquetipos y por ello, al final, lo mitos. La actual tendencia de las socialdemocracias, como bien dice o Fortunata o Jacinta, necesitan el arquetipo del archienemigo, que fue el señor del bigotito gracioso y que por ende es todo aquel reducido a facha o nazi. O sea, que han querido sustituir el cristianismo, y lo han remozado a una suerte de nuevo cristianismo laico. Como tema final. Ciertas estructuras cerebrales son inamovibles. Si existe el desarraigo, como para llevar a la esquizofrenia (sostenido por la ciencia) es que por necesidad existe lo contrario: la patria, que en realidad es una extensión de la identidad o yo, pues esta 'nació' como necesidad ontológico/evolutiva para dar equilibrio al cerebro devenido en mente (cógito) que es el hombre; pues todo animal complejo es proclive a los trastornos mentales (perros, loros, defines...), donde el mayor grado es la esquizofrenia. Entonces, nada puede sustituir o borrar tal estructura. Sartre hablaba del 'otro anónimo' al cual idealizamos como similar a nosotros, en unos casos, de tal forma que creemos que un chino va a hacer, pensar y sentir un mismo hecho tal como lo hacemos nosotros. ¡Pero no es así!, mismamente un salmantino no es igual que alguien de la sierra de Salamanca, incluso se puede decir que casi todo serrano (de distintos países) se parecen más entre ellos que un urbanita de la propia localidad. Aun con todo al serrano salmantino le 'podrá más' lo español que lo chino, aunque guarde cierta similitud con el serrano chino. Eso sólo se nota cuando uno cambia de cultura, más cuanto más distinta. A lo que quiero llegar con esto es que no existe lo universal y por ello el universalismo (globalismo y 'borrado' de las identidades y nacionalidades) es un fracaso. Por el propio concepto de 'otro anónimo' también se puede odiar o poner en recelo a todo aquel que no sea de nuestra cultura. Hay una nueva corriente de pensadores y líderes espirituales que tratan de recuperar la importancia del 'relato' y por ello contra el posmodernismo, como McGilchrist, y en otra esfera Jordan Peterson. Aquí en España, más modestamente, Gonzalo Rodríguez García.
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